El nuevo sistema de tarificación a los clientes con precios regulados basado en el cruce con la oferta/demanda ya nos está dejando claro como son las tendencias en precios tanto a lo largo del año y diariamente. Los inviernos –si son normales climatológicamente- tenderán a precios más bajos, ya que entran en juego la producción de energías limpias más baratas –eólica, hidráulica…- mientras que en el verano pasará lo contrario. En los meses de calor se juntará la menor producción de estas energías con una demanda que puede dispararse si aprieta el calor como sucedió el año pasado. Estas variaciones influyen poco, ya que nos ajustaremos a lo que necesitemos gastar en cada momento, aunque tengamos como con la bajada del mes de febrero un pequeño ahorro.
Más importante es ajustar el consumo por horas para intentar trasladar gasto a aquellas más baratas. Esto es especialmente relevante en electrodomésticos de consumo intensivo como lavadoras, lavavajillas, plancha,… Como regla general las horas punta nocturnas, cuando el precio es mayor, termina antes y son más breves en invierno que en verano. También las mañanas y especialmente la punta del mediodía -12:00 a 14:00- es mucho más caro en verano, impulsado por el gran consumo de aire acondicionado de oficinas, decayendo más por la tarde.
- Porqué es importante tener un mapa energético en el hogar
Pero la primera fórmula de ahorro comienza con conocer el gasto. Muchos se sorprenderían supieran lo que nos cuesta tener una televisión o pantalla de ordenador aparentemente apagado pero con un gasto que se multiplica por las horas que mantenemos en esta posición.
Por todo ello, el punto de partida para ahorrar en el gasto eléctrico y establecer medidas de eficiencia energética es sencillo, conocer cuál es nuestro gasto y lo podemos hacer a través de los medidores de consumo. Tenemos dos tipos, los individuales y los colectivos que lo hacen por el total del consumo diario. Ambos tienen pros y contras, de hecho lo ideal es poder combinar ambos y con un poco de trabajo determinar perfectamente nuestro mapa eléctrico.
Los medidores individuales son baratos, los consigues de muy buena calidad y prestaciones entre 20-25 euros y muy sencillos de utilizar. Su punto en contra es que requiere bastante trabajo aunque conseguido podemos tener una idea muy clara del consumo de electrodomésticos. Estos medidores son monitores individuales que se conectan directamente a un enchufe y luego el electrodoméstico al medidor, dándonos el consumo exacto del mismo. Por ello, debemos hacer la operación en cada uno de ellos, si fuera necesario a diferentes niveles de potencia –por ejemplo temperatura del congelador o frigorífico, programas de lavadora con agua fría o caliente,…- y así conoceremos que consume cada uno de ellos. Anotados todos, por ejemplo en una pequeña base de datos en una hoja de cálculo, podremos combinar y saber el gasto en cada momento y optar por horas más rentables en el consumo. El primer ahorro suele ser rápido, ya que por ejemplo conoceremos el impacto de los electrodomésticos en reposo y con ello cambiar de costumbres o instalar regletas que regulen su apagado.
Los medidores colectivos, de toda nuestra red eléctrica, son algo más caros con una instalación tampoco demasiado compleja. Su precio oscila entre los 70-100 euros (modelos en los que puedes exportar datos a tu ordenador, algo vital) que puedes amortizar más o menos rápido si usas activamente la información que consigues con los mismos. Estos medidores se tienen un sensor que debemos ubicar en el cuadro eléctrico, al cable de fase. Con él recogemos la información sobre la cantidad de electricidad consumida enviándola a un monitor que recopila los datos y lo más importante, en muchos de ellos exportándolo a tablet u ordenador donde podemos conocer que estamos consumiendo en ese momento, en días o semanas anteriores, consumos medios, etc.
¿Por qué combinar ambos? Es importante saber tanto que es lo que se gasta en un momento como disgregarlo por cada uno de los electrodomésticos que tenemos encendido. La información es poder. Si somos capaces con este conocimiento de eliminar gastos inútiles o residuales y ajustar el consumo de lo que verdaderamente necesitamos y utilizamos, mes a mes lo notaremos en nuestra factura de la luz.